Al principio de la asignatura debo reconocer que andaba
bastante perdida ya que mis referentes y técnicas adquiridas en dibujo son las
clásicas que enseñan en cualquier escuela o clase de arte, 0% improvisación, 0%
experimentación, la casa se dibuja con un triángulo encima y el resto es un
cuadrado. Por lo cual es bastante lógico que al principio mis dibujos experimentales
fueran de esta forma:
Sin embargo las siguientes clases me sirvieron para que
tanto mi mente y cuerpo rompan con los cánones previamente adquiridos y aceptados
como verdad absoluta sobre lo que podía ser arte. Descubrí que toda técnica es
válida siempre y cuando te ayude a trasmitir una idea. Empecé mi
experimentación utilizando carboncillo para poder trazar con sus diferentes
grosores según la presión que se ejercía sobre ella. Trazar sobre papel plegado
también me hizo experimentar sobre algo que no controlaba sencillamente porque
no puedes predecir tu dibujo, aunque me hubiese gustado que le dedicáramos un
poco más de tiempo a este tema en vez de otros.
Sin embargo, la experiencia que más disfrute en clase fue
cuando empezamos a experimentar con el cuerpo y dibujar nuestras sensaciones
sobre temas abstractos como por ejemplo: suave, vectorial y tembloroso. Por unos
minutos encarne a un vector y quise sentir la velocidad y direccionalidad. Si
bien es cierto que el aula de dibujo es una de las más grandes de la facultad,
creo sinceramente que para poder realizar bien este ejercicio se debe realizar
en un espacio que no tenga límites ya que cuando realice estos movimientos
muchas veces me tropezaba o con un compañero de clase o con un muro del aula. Aun
así creo que logré plasmar lo que sentí con esta experimentación corporal y
sobre todo a liberar más mi mente y cuerpo para los siguientes ejercicios.
Un ejercicio que aún me ha dejado desconcertada es el cual experimentamos
la topografía de nuestro rostro con nuestras manos. Si bien al principio de
clase siempre me costaba más soltar mi mente ya que llegaba del “mundo de
normas” después de mucho dibujar, llegue a un punto donde mi dibujo hecho con bolígrafo
lila vislumbro un sabor a lo que hacía Giacometti. El sinsabor que me genero
esto fue que aún no estoy segura si el dibujo me salió de esa manera por el
instrumento que utilice (en este caso el bolígrafo) o si fue porque antes de
clase había investigado a Giacometti y su obra gráfica. Para poder llegar a una
conclusión más certera sin duda requeriría mucho más tiempo de exploración y
lamentablemente por la velocidad con la que llevamos la asignatura no lo pude
terminar de desarrollar.
La segunda parte del cuatrimestre la he dedicado al
ejercicio del atlas. Este ejercicio me
ha permitido investigar e indagar a artistas contemporáneos muy interesantes
como Jhon Cage y el movimiento artístico de los años 60, el cual tuvimos la
oportunidad de ir a una exposición en el museo Reina Sofía. Los trabajos fueron
realizados a raíz de una serie de procesos basados en cuestionar temas
cotidianos los cuales rompieron con muchos esquemas en aquella época y han
perdurado hasta tiempos actuales. Con estos ejemplos fui a explorar con nuevos
ojos La Dehesa de Navalcarbón al norte de Madrid y descubrí que junto a los
caminos que existían en el parque existían otros sub-caminos que tenían sus
propias rutas. Estos nuevos caminos llevaban a hormigueros los cuales se podían
apreciar en toda la Dehesa si se miraba con detenimiento. Me fue tremendamente
interesante darme cuenta que estas pequeñas fortalezas estaban construidas en
muchas pequeñas ramas, que en su conjunto formaban un todo.
Esta experiencia me hizo querer explorar sobre cómo unos pequeños trazos podían componer un todo
y el cómo varios elementos podían formar
una composición. Estos primeros dibujos los hice a través de una tableta de
dibujo y me pareció una experiencia de lo más enriquecedora ya que jamás había
explorado en crear algo directamente por ordenador y creo que estuvo bastante
bien para tener un primer acercamiento.
Sin embargo esa exploración llego a un punto muerto ya que
si bien descubrí que cuando dibujaba los hormigueros emulaba los caracteres de
la caligrafía japonesa (aún no sé si fue por influencia de John Cage), el lápiz
del ordenador no me daba la flexibilidad deseada pasando de ser un beneficio a
una dificultad técnica. Pasado este punto los collages pasaron a formar parte
de una exploración que me permitió componer estas caligrafías como si fuesen
una partitura/lectura de algo que aún no sabía leer. Si bien pude seguir con
esta exploración trate de experimentar un poco tratando de imaginar espacios subterráneos
como si se tratase de una sección arquitectónica y la experiencia hizo que
llegase a ningún puerto por lo que decidí retroceder en mi exploración y así
seguir avanzando.
Para concluir puedo deducir de todo el trabajo que he realizado en este cuatrimestre es que para llegar a un objetivo creativo no hace falta solo una idea, si no la exploración con todos los instrumentos posibles para poder trasmitir esa idea. El trabajo realizado me ha enseñado que para dar un solo paso en la dirección del descubrimiento he tenido que pasar cientos de pasos erróneos. Esto sin duda es un sentimiento que lo he visto compartido y reflejado en todos los compañeros de la clase, lo cual me hacía sentirme acompañada de cierta manera y eso me reconfortaba para seguir en mi camino de exploración.
Lo irónico de todo es que si bien he seguido explorando en
mi búsqueda de nuevos lenguajes compositivos siento que no hay un final y no
tengo una sensación de satisfacción artística. Ahora mismo dudo que se pueda llegar
a esa sensación de plenitud creativa, aunque por otro lado si creo que he dado un un
paso adelante hacia alguna dirección y espero que sirva de algo y para alguien que quiera
seguir explorando esos caminos al lado de los caminos hechos por esta sociedad
que nos han llenado de normas.
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